«¡Haz un gran trabajo y obtendrás un premio!» ¿Suena familiar? Este enfoque de manejo del comportamiento se usa en todas partes, para adultos y niños, ya sea en el hogar o en la escuela, en el lugar de trabajo o en el gimnasio. Cuando se usa de manera consistente y estructurada para niños con necesidades especiales, a menudo se le llama «manejo del comportamiento».
El manejo del comportamiento es realmente tan simple como parece:
- Identificar los comportamientos problemáticos que deben cambiarse.
- Establecer un conjunto de recompensas a ganar por buen comportamiento.
- Apegarse al plan
La mayoría de las veces, los sistemas de manejo del comportamiento son establecidos por especialistas en un entorno escolar. Lo ideal es que sean apoyados en casa para que los niños reciban los mismos mensajes en diferentes situaciones.
1. Identificar comportamientos objetivo
El primer paso es identificar los comportamientos que desea ver y los comportamientos que desea disminuir o eliminar. Los comportamientos objetivo claramente definidos funcionan mejor. Idealmente, los comportamientos deberían ser concretos, medibles y fáciles de identificar. Por ejemplo:
Bueno: «Levanta la mano en lugar de soltar respuestas en la clase de matemáticas de hoy».
Malo: «Deja de balbucear».
2. Identificar recompensas efectivas
Las recompensas deben ser motivadoras para ser efectivas. Es importante identificar lo que el niño realmente quiere, preguntando o observando. A menudo, una recompensa puede tomar la forma de una oportunidad de hacer algo deseable (pararse al principio de una fila, hacer anuncios por el altavoz, etc.), pero también puede ser algo concreto, como un juguete o una galleta. Para los niños mayores, puede ser útil implementar un sistema de fichas: un niño gana una calcomanía por cada período de buen comportamiento. Cuando se gana una cierta cantidad de pegatinas, se implementa la recompensa.
En el pasado, las consecuencias también formaban parte de los programas de manejo del comportamiento, pero en general, es preferible un programa de recompensa/sin recompensa. Si se implementan consecuencias, deben seleccionarse cuidadosamente para que sean un desincentivo para el niño sin crear más problemas de los que resuelven. Por ejemplo, quitarle el recreo a un niño hiperactivo puede crear serios problemas; hacer que un niño se quede después de la escuela puede sentirse como una recompensa en algunos casos.
3. Hacer cumplir el plan
Para que un plan de modificación de conducta tenga éxito, debe aplicarse de manera constante. Las recompensas y las consecuencias deben darse tan pronto como sea posible después de que haya ocurrido el comportamiento objetivo. Los comportamientos negativos también deben recibir consecuencias de inmediato (si las consecuencias son parte del plan). El monitoreo y la retroalimentación frecuentes también son útiles, al igual que la implementación del plan en entornos como la escuela/el trabajo y el hogar.
Intervenciones conductuales para adultos
Los adultos también pueden beneficiarse de un sistema de recompensas. Es fácil empantanarse con los aspectos negativos del TDAH. El estímulo, centrarse en lo positivo y recompensarse por los éxitos son estrategias importantes.
Usa listas para ayudarte a mantenerte enfocado y encaminado. Marque cada elemento a medida que completa una tarea. Establece un sistema de codificación por colores para ayudarte a mantenerte organizado. Use un horario o planificador diario, use Post-its o una pizarra de borrado en seco para las notas de recordatorio.
Independientemente de la edad, las personas con TDAH pueden beneficiarse de los descansos programados regularmente, la retroalimentación frecuente, el trabajo realizado en pequeños incrementos, la reducción del desorden y las distracciones, el aumento del tiempo para completar el trabajo y la ayuda para organizar las tareas. Todas estas son formas de influir en su entorno, estructurándolo para brindarle la mejor oportunidad de éxito.