¿Alguna vez ha estado en una situación en la que se siente inseguro o en peligro, pero no está seguro de por qué? Puede mirar a su alrededor y ver que nadie más parece estar molesto, pero ¿algo todavía se siente mal para usted?
Puede que no te des cuenta, pero estás caminando por el mundo cada día leyendo miles de señales sociales en tu entorno. En nuestra interacción con los demás, captamos expresiones faciales, tonos de voz, movimientos corporales y más. Estamos constantemente ocupados observando e interactuando con el mundo y los demás como parte de la experiencia humana.
A medida que tenemos estas interacciones con los demás, se moldea nuestro sentido del yo. Aprendemos sobre nosotros mismos y sobre los demás, en quién podemos confiar y quién se siente peligroso para nosotros. Nuestros cuerpos están procesando este tipo de información constantemente a través de estas interacciones con el mundo.
El Sistema de Vigilancia del Cuerpo
Nuestro sistema nervioso es una estructura compleja que recopila información de todo nuestro cuerpo y coordina la actividad. Hay dos partes principales del sistema nervioso: el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico.
Sistema nervioso central
El sistema nervioso central consta de dos estructuras:
- Cerebro. Esta es la estructura compuesta por miles de millones de neuronas o células nerviosas interconectadas contenidas en el cráneo y funciona como el centro coordinador de casi todas las funciones de nuestro cuerpo. Es el asiento de nuestro intelecto.
- Médula espinal. Esta es una red agrupada de fibras nerviosas que conecta la mayor parte de nuestro cuerpo con nuestro cerebro.
Sistema nervioso periférico
El sistema nervioso periférico consiste en todos los nervios fuera de nuestro cerebro y médula espinal. Se puede clasificar en dos sistemas distintos:
- Sistema nervioso somático (voluntario). Este sistema permite que nuestros músculos y cerebros se comuniquen entre sí. El sistema somático ayuda a nuestro cerebro y médula espinal a enviar señales a nuestros músculos para ayudarlos a moverse, así como también envía información del cuerpo al cerebro y la médula espinal.
- Sistema nervioso autónomo (involuntario). Este es el sistema que controla las glándulas y los órganos internos, como el corazón, los pulmones y el sistema digestivo. Estas son, esencialmente, las cosas que hacen funcionar nuestro cuerpo sin que tengamos que pensar en ellas intencionalmente. Por ejemplo, podemos respirar sin tener que pensar en respirar cada vez.
Lectura de señales de peligro
Nuestro sistema nervioso autónomo (el sistema involuntario que ayuda a controlar aspectos como la respiración, el ritmo cardíaco, la digestión y la salivación) es complejo y está siempre ocupado. Además de ejecutar estas funciones importantes en nuestros cuerpos, como ayudarnos a respirar, ayudar a nuestro corazón a bombear y ayudarnos a digerir los alimentos, nuestro sistema nervioso autónomo también nos ayuda a escanear, interpretar y responder a las señales de peligro.
Hay dos sistemas separados en el trabajo dentro de nuestro sistema nervioso autónomo que nos ayudan a leer y responder a las señales de peligro:
- Sistema nervioso simpático. Este sistema está involucrado en despertar nuestros cuerpos para que respondan movilizándonos para movernos cuando nos encontramos en situaciones peligrosas. Muchos se refieren a este sistema como el impulso de nuestras reacciones de «lucha o huida» a las señales de peligro en nuestro entorno. También es responsable de activar nuestras glándulas suprarrenales para liberar epinefrina en nuestro torrente sanguíneo, también conocida como adrenalina. Cuando vemos una serpiente, nuestro sistema nervioso simpático leerá la señal de la amenaza potencial y hará que nuestro cuerpo responda, lo que probablemente involucre una rápida descarga de adrenalina y que nos alejemos inmediatamente de la serpiente.
- Sistema nervioso parasimpático. Este sistema está involucrado en calmar nuestros cuerpos, conservando energía a medida que comienza a hacer cosas como desacelerar nuestro ritmo cardíaco, regular nuestra digestión y disminuir nuestra presión arterial. Algunos se refieren a este sistema como el sistema de «descanso y digestión». Cuando comenzamos a leer que una señal no es peligrosa, nuestro cuerpo comienza a calmarse con la ayuda de nuestro sistema nervioso parasimpático.
El nervio vago
Hay un nervio, en particular, que es de interés para el Dr. Stephen Porges, Ph.D. El Dr. Porges es un distinguido profesor universitario, científico y desarrollador de lo que se conoce como la teoría polivagal. El nervio vago es el décimo nervio craneal, un nervio muy largo y errante que comienza en el bulbo raquídeo. Esta parte del cerebro, el bulbo raquídeo, se encuentra en la parte inferior del cerebro, justo encima de donde el cerebro se conecta con nuestra médula espinal.
Hay dos lados de este nervio vago, el dorsal (posterior) y el ventral (frontal). A partir de ahí, los dos lados del nervio vago recorren todo nuestro cuerpo, considerado el que tiene la distribución más amplia de todos los nervios del cuerpo humano.
Escaneando nuestro entorno
Desde el momento en que nacemos, exploramos intuitivamente nuestro entorno en busca de señales de seguridad y peligro.
Estamos cableados para la conexión y, para ayudarnos a sobrevivir, nuestros cuerpos están diseñados y preparados para observar, procesar y responder a nuestro entorno.
Un bebé responde a los sentimientos seguros de cercanía con sus padres o cuidadores. Del mismo modo, un bebé responderá a las señales que se perciben como aterradoras o peligrosas, como un extraño, un ruido aterrador o la falta de respuesta de su cuidador. Buscamos señales de seguridad y peligro durante toda nuestra vida.
Neurocepción
En la teoría polivagal, el Dr. Porges describe el proceso en el que nuestros circuitos neuronales están leyendo señales de peligro en nuestro entorno como neurocepción. A través de este proceso de neurocepción, estamos experimentando el mundo de una manera en la que involuntariamente estamos escaneando situaciones y personas para determinar si son seguras o peligrosas.
Como parte de nuestro sistema nervioso autónomo, este proceso está sucediendo sin que nos demos cuenta de que está sucediendo. Así como somos capaces de respirar sin tener que decirnos a nosotros mismos intencionalmente que tomemos un respiro, podemos escanear nuestro entorno en busca de señales sin decirnos a nosotros mismos que lo hagamos. El nervio vago es de particular interés durante este proceso de neurocepción.
En el proceso de neurocepción se pueden estimular ambos lados de nuestro nervio vago. Se ha descubierto que cada lado (ventral y dorsal) responde de distintas maneras a medida que escaneamos y procesamos información de nuestro entorno e interacciones sociales.
El lado ventral (frontal) del nervio vago responde a señales de seguridad en nuestro entorno e interacciones. Apoya los sentimientos de seguridad física y estar conectado emocionalmente de manera segura con otros en nuestro entorno social.
El lado dorsal (posterior) del nervio vago responde a señales de peligro. Nos aleja de la conexión, de la conciencia y nos lleva a un estado de autoprotección. En momentos en los que podemos experimentar una señal de peligro extremo, podemos cerrarnos y sentirnos congelados, una indicación de que nuestro nervio vagal dorsal se ha hecho cargo.
Tres etapas de desarrollo de la respuesta
Dentro de su teoría polivagal, Porges describe que existen tres etapas evolutivas involucradas en el desarrollo de nuestro sistema nervioso autónomo. En lugar de simplemente sugerir que existe un equilibrio entre nuestro sistema nervioso simpático y parasimpático, Porges describe que en realidad existe una jerarquía de respuestas integradas en nuestro sistema nervioso autónomo.
- inmovilización Descrita como la vía más antigua, implica una respuesta de inmovilización. Como recordará, el lado dorsal (posterior) del nervio vago responde a señales de peligro extremo, lo que hace que nos quedemos inmóviles. Esto significa que responderíamos a nuestro miedo congelándonos, adormeciéndonos y cerrándonos. Casi como si nuestro sistema nervioso parasimpático estuviera funcionando a toda marcha, nuestra respuesta en realidad hace que nos congelemos, en lugar de simplemente reducir la velocidad.
- Movilización. Dentro de esta respuesta, nos conectamos con nuestro sistema nervioso simpático que, como recordarán, es el sistema que nos ayuda a movilizarnos ante una señal de peligro. Entramos en acción con nuestra adrenalina para escapar del peligro o para luchar contra nuestra amenaza. La teoría polivagal sugiere que esta vía fue la siguiente en desarrollarse en la jerarquía evolutiva.
- Compromiso social. La adición más reciente a la jerarquía de respuestas, se basa en nuestro lado ventral (frontal) del nervio vago. Recordando que esta parte del nervio vago responde a sentimientos de seguridad y conexión, el compromiso social nos permite sentirnos anclados y es facilitado por esa vía vago ventral. En este espacio, podemos sentirnos seguros, tranquilos, conectados y comprometidos.
La jerarquía de respuestas en la vida diaria
A medida que vamos por la vida interactuando con el mundo, inevitablemente habrá momentos en los que nos sentiremos seguros y otros en los que sentiremos incomodidad o peligro. La teoría polivagal sugiere que este espacio es fluido para nosotros y podemos entrar y salir de estos diferentes lugares dentro de la jerarquía de respuestas.
Podríamos experimentar el compromiso social en el abrazo de un ser querido seguro y, en el mismo día, encontrarnos movilizados al enfrentarnos a un peligro como un perro rabioso, un robo o un conflicto intenso con un compañero de trabajo.
Hay momentos en los que podemos leer y responder a una señal de peligro y procesar la situación de una manera que nos hace sentir atrapados e incapaces de salir de la situación. En esos momentos, nuestro cuerpo está respondiendo a sentimientos crecientes de peligro y angustia, moviéndose hacia un espacio más primitivo de inmovilización. Nuestro nervio vago dorsal se ve afectado y nos bloquea en un lugar de congelación, sensación de entumecimiento y, como creen algunos investigadores, disociación.
Las señales de peligro pueden volverse demasiado abrumadoras en esos momentos y no vemos una salida viable. Un ejemplo de esto podrían ser momentos de abuso sexual o físico.
Impacto del trauma
Cuando alguien ha experimentado un trauma, particularmente en experiencias en las que quedó inmovilizado, su capacidad para escanear su entorno en busca de señales de peligro puede verse sesgada. Por supuesto, el objetivo de nuestro cuerpo es ayudarnos a nunca volver a experimentar un momento aterrador como ese, por lo que hará lo que sea necesario para ayudar a protegernos.
A medida que nuestro sistema de vigilancia se pone en marcha, trabajando muy duro para protegernos, también puede leer muchas señales en nuestro entorno como peligrosas, incluso aquellas señales que otras personas pueden percibir como neutrales o benignas.
Nuestro compromiso social nos permite interactuar de manera más fluida con los demás, sintiéndonos conectados y seguros. Cuando nuestro cuerpo detecta una señal dentro de una interacción que indica que es posible que no estemos seguros, comienza a responder. Para muchos, esta señal puede llevarlos a un lugar de respuesta de movilización, entrando en acción para intentar neutralizar la amenaza o alejarse de la amenaza.
Para aquellos que han experimentado un trauma, la señal de una señal de peligro puede llevarlos directamente del compromiso social a la inmovilización. A medida que llegan a asociar numerosas señales interpersonales como peligrosas, como un ligero cambio de expresión facial, un tono de voz particular o ciertos tipos de posturas corporales, pueden volver a un lugar de respuesta que les es familiar en un esfuerzo para prepararse y protegerse.
Una respuesta de movilización no podrá ser registrada por el organismo como una opción. Esto puede ser bastante confuso para los sobrevivientes de traumas, sin darse cuenta de cómo esta jerarquía de respuesta está influenciada por sus interacciones con los demás y el mundo.
Conexión y Teoría Polivagal
Aunque se sabe que el nervio vago está ampliamente distribuido y conectado a una variedad de áreas del cuerpo, es importante tener en cuenta que este sistema puede influir en los nervios craneales que regulan el compromiso social a través de la expresión facial y la vocalización. Como seres humanos que estamos conectados para la conexión, podemos entender cómo la búsqueda de señales de peligro puede ocurrir con frecuencia en nuestras interacciones con nuestra pareja o con otras personas importantes que nos apoyan en nuestras vidas.
Anhelamos de manera innata sentimientos de seguridad, confianza y comodidad en nuestras conexiones con los demás y captamos rápidamente las señales que nos dicen cuándo es posible que no estemos seguros. A medida que las personas se vuelven más seguras unas con otras, puede ser más fácil construir lazos saludables, compartir vulnerabilidades y experimentar intimidad entre ellas.