Conclusiones clave
- Un estudio reciente exploró el poder del olor para desencadenar recuerdos.
- Los hallazgos sugieren que esta capacidad proviene de la conexión entre el sistema olfativo y el hipocampo en el cerebro.
- Esto podría ayudarnos a comprender mejor la disfunción cerebral más amplia y avanzar en la intervención y el tratamiento.
Ciertos olores, tanto buenos como malos, tienen una forma de transportarnos a momentos específicos de nuestras vidas. Probablemente, incluso puedas recordar uno ahora mismo.
Un nuevo estudio publicado en Avances en Neurobiología explora el poder del olor para desencadenar recuerdos, lo que sugiere que esta capacidad proviene de la conexión entre el sistema olfativo y el hipocampo en el cerebro.
Como parte del sistema límbico, el hipocampo sirve a los aspectos más primitivos de nuestro cerebro, como la memoria, el placer, el dolor y la motivación. Desempeña un papel fundamental en nuestra capacidad para formar nuevos recuerdos y actúa como una especie de almacenamiento temporal y centro de mando para su organización.
Una mejor comprensión del sistema olfativo podría ayudarnos a comprender mejor la disfunción cerebral más amplia y avanzar en la intervención y el tratamiento.
Lo que muestra el estudio
El nuevo estudio se propuso comprender mejor el sistema olfativo humano y su conexión con la memoria. El investigador principal Cristina Zelano, PhDy el equipo de investigadores del estudio se propuso comprender mejor el profundo papel que tiene nuestro sentido del olfato para conectarnos con nuestros recuerdos.
Con la ayuda de la neuroimagen y la electrofisiología intracraneal, los investigadores pudieron comparar directamente las formas en que funciona el hipocampo en los sistemas sensoriales humanos. Esta comparación reveló que, en reposo, el sistema olfativo está más fuertemente conectado a las redes del hipocampo que los otros sistemas de la vista, el oído, el gusto y el tacto.
La conexión olor-cerebro
Hablando en términos evolutivos, el sentido del olfato de cualquier animal es una herramienta crítica de supervivencia, dice Zelano. Estamos monitoreando constantemente el aire que nos rodea con cada respiración, enviando información directamente a nuestro sistema nervioso.
Dra. Leela Magavi
Los aromas que calmaron a los niños pueden continuar aliviando el estrés y la ansiedad durante toda la edad adulta. Los olores que desencadenaron la ira y la tristeza pueden continuar provocando emociones negativas en los años venideros.
— Leela Magavi, MD
Zelano describe este sistema como fascinante y poco apreciado. «Es nuestro sistema sensorial más antiguo, evolutivamente hablando, y el que se encuentra en lo más profundo de nuestro cerebro», dice ella.
«Es un sistema complejo, con muchos caminos paralelos que envían información sobre olores simultáneamente a muchas áreas del cerebro milisegundos después de que olfateamos… Este poderoso sistema sensorial es fundamental para nuestra experiencia humana. Sin embargo, es quizás el sistema menos comprendido en comparación con otros sistemas humanos». sistemas sensoriales», dice Zelano.
Nuestro sentido del olfato también está profundamente conectado con la memoria. Los estudios han demostrado que el olor sirve como un desencadenante más fuerte que cualquier otra señal sensorial para recordar recuerdos personalmente significativos.
«El olor y la emoción se entrelazan y se pueden guardar en el software del cerebro durante años», dice el psiquiatra. Dra. Leela Magavi. «Los aromas que tranquilizaron a los niños pueden seguir aliviando el estrés y la ansiedad durante toda la edad adulta. Los aromas que desencadenaron la ira y la tristeza pueden seguir provocando emociones negativas en los años venideros».
«También podemos usar nuestro sentido del olfato para evaluar muy rápidamente aspectos complejos de nuestro entorno: los buenos y malos olores pueden guiarnos a dónde vamos, qué comemos, con quién nos gusta estar, dónde nos sentimos cómodos o incómodos». ,» ella dice. «Y la memoria es una parte crítica de todas estas decisiones y más».
Pérdida del olfato y disfunción cerebral
Con la pandemia de COVID-19, la pérdida del olfato se ha convertido en una epidemia propia. Se ha estimado que, de las personas con casos leves de COVID-19, alrededor del 86 % pierde parte o la totalidad de su capacidad para oler. Dentro de seis meses, el 95% de esas personas habrán recuperado el sentido del olfato.
Más allá de ser reconocido como un síntoma de COVID-19, la pérdida del olfato está altamente relacionada con la depresión y puede tener efectos negativos inmensos en la calidad de vida, señala Zelano.
Cristina Zelano, PhD
A veces, el sentido del olfato no se aprecia por completo hasta que se pierde, y entonces su profundo lugar en nuestra experiencia cotidiana se vuelve claramente evidente.
—Christina Zelano, PhD
A medida que envejecemos, nuestro sentido del olfato comienza a desvanecerse gradualmente, lo que afecta directamente nuestra capacidad para saborear y disfrutar la comida. La incapacidad para oler también puede afectar nuestra capacidad para sentir el peligro, como no notar que algo se está quemando.
Al mismo tiempo, la pérdida del olfato parece implicar una disfunción cerebral más amplia e incluso enfermedades neurodegenerativas. La disfunción en el sistema olfativo es común y sirve como un síntoma temprano de condiciones como las enfermedades de Alzheimer y Parkinson. Sin embargo, Zelano tiene cuidado de señalar que la pérdida del olfato no es indicativa de tener ninguna de esas enfermedades en el futuro.
Una mejor comprensión de condiciones como estas exige una mejor comprensión de las facetas del sistema olfativo y cómo los olores afectan el cerebro humano, por ejemplo, su aptitud para evocar recuerdos vívidos.
«Al avanzar en la neurociencia básica del olfato… esperamos que esto conduzca a mejores intervenciones y tratamientos para la pérdida del olfato, y tal vez incluso para otras enfermedades neurológicas», dice Zelano.
Lo que esto significa para ti
A menudo damos por sentado nuestro sentido del olfato. Pero el olor es un disparador increíblemente poderoso para recuperar la memoria, ya que el sistema olfativo humano está conectado directamente con las partes más primitivas de nuestro cerebro.
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