Un ataque de pánico es una ola repentina de ansiedad y miedo abrumadores que desencadena una serie de respuestas psicosomáticas graves. Desde una perspectiva clínica, los ataques de pánico generalmente se refieren a una experiencia de miedo o incomodidad intensos en los que se sienten cuatro o más de los siguientes síntomas:
Aunque el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) dice que se deben sentir cuatro o más de los síntomas anteriores, a veces una persona puede tener un ataque de pánico que se acompaña de tres o menos de los síntomas anteriores. Esto a veces se denomina como ataque de pánico de síntomas limitados.
Los ataques de pánico son bastante comunes. De hecho, hasta el 12 por ciento de las personas pueden experimentar un ataque de pánico en algún momento de su vida.
Los ataques de pánico generalmente afectan a más mujeres que hombres y, a menudo, comienzan al final de la adolescencia o al principio de la edad adulta.
Ataques de pánico con y sin señal
Los ataques de pánico pueden ser con o sin señal. Los ataques de pánico con indicios son aquellos que ocurren después de la exposición a algún tipo de desencadenante, como una experiencia o pensamiento muy aterrador. Por ejemplo, alguien que tiene miedo de hablar en público puede tener un ataque de pánico cuando se encuentra frente a una audiencia.
Un ataque de pánico sin indicios (o un ataque de pánico espontáneo o inesperado) es uno que ocurre «de la nada» y es la característica definitoria de los trastornos de pánico.
Factores de riesgo para el ataque de pánico
Los factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar ataques de pánico incluyen:
- Antecedentes familiares de ataques de pánico o trastorno de pánico
- Estrés importante de la vida, como la muerte o una enfermedad grave de un ser querido
- Un evento traumático, como una agresión sexual o un accidente grave
- Cambios importantes en su vida, como un divorcio o la incorporación de un bebé
- Tabaquismo o ingesta excesiva de cafeína
- Antecedentes de abuso físico o sexual infantil.
Tratamiento de los ataques de pánico
Las principales opciones de tratamiento son la psicoterapia y los medicamentos. La ruta a tomar depende en parte de su preferencia, su historial, la gravedad de sus ataques de pánico y si tiene acceso a terapeutas capacitados en el tratamiento de ataques de pánico.
La psicoterapia también se llama terapia de conversación y, a menudo, es la primera opción de tratamiento para los ataques de pánico. Puede ayudarlo a obtener más información sobre los ataques de pánico y aprender a sobrellevarlos.
Una forma de psicoterapia llamada terapia cognitiva conductual puede ayudarlo a aprender que los síntomas de pánico no son peligrosos. Los medicamentos también pueden ayudar a reducir los síntomas asociados con los ataques de pánico. Se ha demostrado que varios tipos de medicamentos son efectivos para controlar los síntomas, incluidos los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN) y las benzodiazepinas. Pueden pasar varias semanas después de comenzar a tomar un medicamento para que sus síntomas mejoren.