La ilusión de Muller-Lyer es una ilusión óptica bien conocida en la que dos líneas de la misma longitud parecen tener longitudes diferentes. La ilusión fue creada por primera vez por un psicólogo alemán llamado Franz Carl Muller-Lyer en 1889.
¿Que ves?
En la mitad superior de la imagen de arriba, ¿qué línea aparece más larga? Para la mayoría de las personas, la línea con las aletas de la flecha que sobresalen hacia afuera (la línea central) parece ser la más larga, mientras que la línea con las aletas de la flecha apuntando hacia adentro parece más corta. Si bien sus ojos pueden decirle que la línea en el medio es la más larga, los ejes de ambas líneas tienen exactamente la misma longitud, como se muestra en la mitad inferior de la imagen.
Al igual que otras ilusiones ópticas, la ilusión de Muller-Lyer se ha convertido en tema de considerable interés en psicología a lo largo de los años. Han surgido diferentes teorías para explicar el fenómeno.
Cómo funciona la ilusión de Muller-Lyer
Las ilusiones ópticas pueden ser divertidas e interesantes. Pero también sirven como una herramienta importante para los investigadores. Al observar cómo percibimos estas ilusiones, podemos aprender más sobre cómo funcionan el cerebro y el proceso de percepción. Sin embargo, los expertos no siempre están de acuerdo en qué causa exactamente las ilusiones ópticas, como es el caso de la ilusión de Muller-Lyer.
La explicación de la constancia del tamaño
Según el psicólogo Richard Gregory, esta ilusión se debe a una mala aplicación de la escala de constancia de tamaño. En la mayoría de los casos, la constancia de tamaño nos permite percibir los objetos de forma estable teniendo en cuenta la distancia.
En el mundo tridimensional, este principio nos permite percibir a una persona alta como alta, ya sea que esté de pie junto a nosotros o en la distancia. Cuando aplicamos este mismo principio a objetos bidimensionales, sugiere Gregory, pueden producirse errores.
Otros investigadores sostienen que la explicación de Gregory no explica suficientemente esta ilusión. Por ejemplo, otras versiones de la ilusión de Muller-Lyer utilizan dos círculos al final del eje. Si bien no hay señales de profundidad, la ilusión aún ocurre. También se ha demostrado que la ilusión puede ocurrir incluso al ver objetos tridimensionales.
La explicación de la señal de profundidad
La profundidad juega un papel importante en nuestra capacidad para juzgar la distancia. Una explicación de la ilusión de Muller-Lyer es que nuestros cerebros perciben las profundidades de los dos ejes en función de las señales de profundidad. Cuando las aletas apuntan hacia el eje de la línea, percibimos que se inclina hacia afuera como la esquina de un edificio. Esta señal de profundidad nos lleva a ver esa línea más alejada y, por lo tanto, más corta.
Cuando las aletas apuntan hacia afuera de la línea, se parece más a la esquina de una habitación inclinada hacia el espectador. Esta señal de profundidad nos lleva a creer que esta línea está más cerca y, por lo tanto, es más larga.
La explicación de las señales conflictivas
Una explicación alternativa propuesta por RH Day sugiere que la ilusión de Muller-Lyer ocurre debido a señales contradictorias. Nuestra capacidad para percibir la longitud de las líneas depende de la longitud real de la línea misma y de la longitud total de la figura.Dado que la longitud total de una figura es más larga que la longitud de las propias líneas, hace que la línea con las aletas que miran hacia afuera se vea más larga.
Investigadores de la Universidad de Londres sugieren que la ilusión demuestra cómo el cerebro juzga reflexivamente la información sobre la longitud y el tamaño antes que cualquier otra cosa.
«Muchas ilusiones visuales pueden ser tan efectivas porque aprovechan la forma en que el cerebro humano procesa la información de manera refleja. Si una ilusión puede captar la atención de esta manera, esto sugiere que el cerebro procesa estas pistas visuales de forma rápida e inconsciente. Esto también sugiere que quizás la óptica las ilusiones representan lo que a nuestro cerebro le gusta ver», explicó el investigador, el Dr. Michael Proulx.