La genofobia, también conocida como coitofobia, es el miedo a las relaciones sexuales. Las personas con este miedo pueden tener miedo de todos los actos sexuales, o solo de las relaciones sexuales en sí.
El término genofobia a veces se usa indistintamente con erotofobia o miedo al sexo, pero las dos condiciones en realidad son diferentes. La genofobia describe específicamente el miedo al acto sexual, mientras que la erotofobia define de manera más general cualquier miedo relacionado con la sexualidad.
Causas
Como todas las fobias, es más probable que la genofobia se desarrolle después de un trauma severo. La violación y el abuso son los desencadenantes más comunes de la genofobia, pero la educación cultural y las enseñanzas religiosas también pueden aumentar el riesgo de este miedo. La genofobia a veces está relacionada con inseguridades o problemas de imagen corporal, así como con preocupaciones médicas. Además, la genofobia a veces ocurre independientemente de cualquier causa identificable.
Síndrome de trauma por violación
La violación es una violación fundamental del cuerpo y la mente de la víctima. Después de una violación, prácticamente todos los sobrevivientes experimentan una intensa reacción psicológica. Aunque no todos reaccionan de la misma manera, la mayoría de las personas siguen un camino de tres etapas vagamente organizado.
Una forma de conceptualizar el viaje, desde el trauma agudo hasta la reorganización y finalmente la resolución, se conoce como síndrome de trauma por violación. Al igual que el trastorno de estrés postraumático, el síndrome de trauma por violación eleva drásticamente los riesgos de desarrollar afecciones de salud mental relacionadas.
Las fobias ocurren con mayor frecuencia durante la fase de reorganización, cuando los sobrevivientes intentan reconstruir sus vidas, aunque pueden desarrollarse en cualquier momento. El camino a través del síndrome de trauma por violación es intensamente personal y puede tomar de meses a años para resolverse por completo.
Miedos culturales y religiosos
Si eres miembro de un grupo religioso o cultural que desaprueba las relaciones sexuales, el hecho de que sigas esas enseñanzas no indica una fobia. Sin embargo, las fobias pueden desarrollarse cuando las personas pasan de un conjunto de creencias y prácticas a otro. La culpa persistente, la duda o el miedo a romper con las viejas costumbres pueden aumentar el riesgo de fobias.
Ansiedad de desempeño
Muchas personas, particularmente aquellas que tienen menos experiencia sexual, temen no poder complacer a su pareja. Aunque estos temores son generalmente leves y autolimitados, también pueden ser más graves. En algunos casos, la ansiedad por el desempeño puede convertirse en genofobia.
Miedo a la enfermedad
Las relaciones sexuales conllevan el riesgo de numerosas enfermedades, incluido el VIH. La mayoría de las personas pueden equilibrar con éxito este riesgo, tomando precauciones tales como condones, monogamia y pruebas de ETS para reducir el riesgo a un nivel personalmente aceptable.
Si sufre de nosofobia, hipocondría, cibercondría, misofobia u otro trastorno relacionado, es posible que no pueda sopesar lógicamente los riesgos y las recompensas. Puede sentir que el sexo es peligroso y que nunca vale la pena correr ni siquiera una pequeña posibilidad de infección. Además, algunas personas temen que el sexo sea doloroso.
Preocupaciones médicas
Los temores que surgen de preocupaciones médicas legítimas nunca se consideran fobias, siempre que el nivel de temor sea proporcional a la situación. Numerosas condiciones médicas, desde la disfunción eréctil hasta algunos trastornos cardíacos, hacen que la actividad sexual sea difícil, imposible o incluso potencialmente peligrosa. La precaución e incluso el miedo pueden ser prudentes en estas situaciones.
No obstante, algunas personas desarrollan temores que están muy fuera de proporción con el nivel de riesgo. Por ejemplo, si su médico le autorizó a regresar a sus actividades normales después de un ataque al corazón, es normal sentir cierta inquietud antes de su primera experiencia sexual posterior al ataque. Decidir renunciar por completo a la actividad sexual sería una reacción desproporcionada en esa situación.
Siempre siga los consejos de su médico cuando se enfrente a cualquier condición médica y busque ayuda para cualquier temor que parezca inusualmente grave o prolongado.
Tratamiento
La genofobia a menudo es tratada por terapeutas sexuales, que son profesionales de la salud mental con capacitación avanzada y certificación en asuntos sexuales. Sin embargo, la mayoría de los casos de genofobia también pueden ser tratados por terapeutas tradicionales sin certificación adicional. Además, quienes experimenten dolor u otras dificultades médicas durante las relaciones sexuales deben consultar a un médico.
Combatir la genofobia nunca es fácil. Muchas personas sienten vergüenza o vergüenza y son reacias a compartir una fobia tan profundamente personal. Sin embargo, el tratamiento generalmente es exitoso y las recompensas bien valen el proceso difícil y, a menudo, emocionalmente doloroso.
Albardilla
El sexo es un aspecto importante de la condición humana, y la genofobia puede tener efectos devastadores en quienes la experimentan. Algunas personas eligen vivir vidas asexuales, encontrando significado y satisfacción fuera de la experiencia sexual. Sin embargo, aquellos que eligen la asexualidad por miedo, en lugar de una elección lúcida, a menudo se sienten insatisfechos y solos.
La genofobia también puede causar estragos en las relaciones románticas, especialmente si el nivel de interés sexual de tu pareja es diferente al tuyo. Si siente que sufre de genofobia, puede ser útil hablar con un terapeuta de confianza.