La ansiedad social y la introversión son diferentes
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Un ejemplo simple de cómo las imágenes del cerebro pueden ayudar a desenredar el trastorno de ansiedad social puede provenir del trabajo sobre la introversión versus la extroversión. Si bien la introversión y la ansiedad social no son lo mismo (los introvertidos se sobreestimulan con la interacción social, mientras que aquellos con ansiedad social tienen una respuesta de miedo), comprender cómo las vías cerebrales difieren para los diferentes tipos de personalidades aún puede ser útil.
En un estudio de fMRI de 2005 dirigido por Michael Cohen y publicado en la revista Investigación cognitiva del cerebro, se descubrió que los extrovertidos respondían con más fuerza cuando una apuesta valía la pena. Se argumenta que esto es el resultado de diferencias en las vías de recompensa en los cerebros de los extrovertidos (aquellos que anhelan estimulación externa).
De manera similar, Hans Eysenck argumentó en la década de 1960 que los introvertidos naturalmente tienen un nivel básico de excitación más alto en comparación con los extrovertidos.
Todo esto se centra en la noción de que los extrovertidos procesan los estímulos a través de un camino cerebral más corto que involucra el gusto, el tacto, la visión y la audición, mientras que los introvertidos usan un camino más largo que involucra la memoria, la planificación y la resolución de problemas.
¿Cómo se relaciona esto con el SAD? La dimensión introversión/extroversión parece relacionarse con diferentes procesos cerebrales a nivel estructural; por lo tanto, parecería que estos serían difíciles de cambiar. Por otro lado, sabemos que la ansiedad social puede mejorar con el tratamiento. Esto solo enfatiza la noción de que SAD e introversión, aunque a menudo se confunden, no son lo mismo.